martes, 23 de octubre de 2007
MANUEL ELKIN PATARROYO MURILLO, Médico inmunologo colombiano
Manuel Elkin Patarroyo Murillo es un Médico inmunologo de la Universidad Nacional de Colombia nacido en Ataco, Tolima, el 3 de noviembre de 1946, Conocido por el desarrollo de una candidata a vacuna sintética contra la malaria, una enfermedad transmitida por el mosquito Anopheles gambiae. Esta vacuna, eficaz en el humano entre el 40-60 %, podría ayudar a evitar la acción de tan destructora enfermedad. (anualmente la malaria causa la muerte de un millón de niños y produce más de 500 millones de casos clínicos) sobre una población calculada en dos mil quinientos millones de personas. Lo que prometía este descubrimiento, le valió en 1994 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. En 1999 la OMS probó la vacuna en Gambia, Tanzania y Tailandia, con resultados parcialmente efectivos.
Reconocimientos científicos
Los resultados del trabajo adelantado en el Instituto de Inmunología, hoy Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, FIDIC, son más que evidentes. Por una parte, le han significado a Patarroyo y su grupo diferentes reconocimientos nacionales y extranjeros: cuatro veces (1979, 1981, 1984, 1986) ha ganado el Premio Nacional de Ciencias “Alejandro Angel Escobar”; le han sido concedidos dos premios nacionales de medicina; una vez el del Estado de Sáo Paulo, en la modalidad de Ciencia y Tecnología (1989); el ACAC al mérito científico, otorgado por la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (1989); el Internacional Latinoamericano en Neumología “Fernando D. Gómez”, concedido por la Unión Latinoamericana de Sociedades de Fisiología y la Academia Nacional de Medicina del Uruguay (1990); el de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo en ciencias médicas básicas (1990, Doctorados Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia y Universidad del Tolima, 1988, Universidad Metropolitana de Barranquilla, 1989, Universidad Javeriana, Universidad Andina Simón Bolivar de Bolivia, Die Robert Koch Medaille, The Edimburg Medal, Premio Principe de Asturias, Médecin de LÁNNÉE, 1994, Doctorados Honoris Causa de la Universidad Industrial de Santander, Universidad de Antioquia, Colegio Mayor de Cundinamarca, Universidad Complutense, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad de Costa Rica, Cork University, Canadá, 1995, Fundación Universidad Central, Ministerio de Defensa Nacional, Universidad de Málaga, 1996, Escuela de Administración de Negocios, EAN, Universidad de Cantabria, Universidad de Valencia, 1997, Universidad del Pais Vasco, 1999, Reconocimiento al Mérito Científico, Universidad San Francisco, Quito, Ecuador, 2000, Universidad de Valladolid, 2001, Doctorados Honoris Causa Universidad del Magdalena, 2004, Profesor Visitante, Universidad Nacional de Colombia, 2006, Visitante Distinguido, Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala, 2007, entre otros premios y distinciones.
Por otra parte, Patarroyo ha recibido infinidad de condecoraciones: Caballero de la Orden de San Carlos por parte de la Presidencia de la República (1984); medalla al mérito de la Universidad Nacional de Colombia (1985); al mérito investigativo, del Hospital San Juan de Dios (1985); Premio “Ejecutivo Joven”, otorgado por la Cámara Junior (1984); los siete jóvenes más sobresalientes del mundo (1985); personaje del año 1987, otorgado por la Fundación Perspectivas Colombianas (1987); condecoración “Simón Bolívar” del Ministerio de Educación Nacional (1988) y muchos más. En tercer lugar, y quizás esto es lo más importante, Patarroyo ha realizado más de 300 publicaciones científicas sobre el trabajo investigativo del Instituto y sus resultados, aparecidas en prestigiosas revistas nacionales y extranjeras y firmadas por el conjunto de científicos participantes. Entre los artículos más importantes figuran los aparecidos en la revista Nature en 1986 y 1987, pues a partir de ellos se consolidó la imagen de Patarroyo como investigador, al tiempo que se desataron enconadas polémicas. Complementando esta labor de difusión científica, Patarroyo ha participado como ponente en infinidad de congresos y reuniones nacionales y extranjeras.
Impacto de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia
Desde los primeros años de funcionamiento del Instituto de Inmunología y de la actividad investigativa de Manuel Elkin Patarroyo, se aprecia un particular interés por la inmunología y la genética, aplicadas a la reumatología, la neumología, la fisiología y enfermedades del tórax. En el campo de la genética, Patarroyo y su equipo han trabajado los marcadores genéticos y han podido determinar que en el caso de las enfermedades infectocontagiosas, cuya etiología se ha considerado siempre externa, existe una predisposición genética, es decir que algunos individuos nacen genéticamente “marcados” para contraer determinadas enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la fiebre reumática y la lepra. Este descubrimiento es de suma importancia, pues si desde el momento del nacimiento se pueden establecer los marcadores genéticos que señalan a un individuo como susceptible de contraer una determinada enfermedad, la medicina podrá someterlo a un proceso de inmunización o, al menos, a alguna forma de prevención que disminuya el riesgo. Sin embargo, es en el campo de la producción de vacunas sintéticas, donde Manuel Elkin Patarroyo y su grupo de investigación ha obtenido los logros de mayor importancia.
En 1979 y 1980, su interés se centró en la lepra, la tuberculosis y la fiebre reumática; estas investigaciones condujeron, en 1984, al establecimiento de los principios generales para la creación de una vacuna sintética, químicamente hecha. A partir de este momento, Patarroyo enfocó su trabajo hacia la malaria o paludismo, con excelentes resultados. Entre 1986 y 1988 la vacuna sintética (SPf66) fue creada y probada en una colonia de micos de la región amazónica, los Aotus trivirgatus, y en un grupo de jóvenes bachilleres voluntarios que prestaban su servicio militar. Sin embargo, allí comenzaron los problemas, pues los intereses económicos en juego entorpecieron la aplicación masiva de la vacuna.
La vacuna se probó en más de 41000 voluntarios en América Latina, donde a principios de 1994 fueron inoculados 45 voluntarios que demostraron que la vacuna induce una fuerte respuesta inmunitaria (entre un 40 y un 60% en los adultos, y hasta un 77% en los niños) contra la malaria, sin provocar efectos colaterales. Finalmente, luego de ser evaluada en Gambia, Tanzania y Tailandia, la vacuna demostró ser efectiva en aproximadamente un 30% de los casos. Esto permitiría salvar un estimado de 1 millón de vidas sobre una tasa de mortalidad anual de 3 millones, convirtiéndola en la vacuna más efectiva contra la malaria hasta hoy desarrollada.
Aunque el trabajo cumplido por Patarroyo y su gente en el laboratorio parece ser perfecto, y los escritos que lo sustentan son concluyentes y no han podido ser rebatidos científicamente, existe una importante controversia en la comunidad científica respecto a la utilidad de una vacuna de eficacia limitada. Además, el hecho de haberse adelantado a científicos extranjeros, dotados de mayores recursos y patrocinados por grandes multinacionales, puede ser también responsable de la existencia de enconadas polémicas que se orientaron por el lado ético; se argumentaba, por ejemplo, que inocular seres humanos sin tener todavía resultados bien definidos era irresponsable.
Por otro lado, la posibilidad de producir la vacuna sintética despertó el interés y la curiosidad de los grandes laboratorios farmacéuticos. Sin embargo, en un acto de generosidad, Patarroyo, que tuvo ofertas de una empresa farmaceútica para vender la patente por 74 millones de dólares la donó en mayo de 1993, a la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la condición de que su producción y comercialización fueran hechas en Colombia, lo que implicaba el montaje de una moderna planta destinada a producir la vacuna industrialmente. Tal circunstancia trajo beneficios, pues con el aval de la OMS Patarroyo pudo adelantar campañas de vacunación voluntaria en lugares de condiciones extremadamente difíciles o de transmisión intensa, como en Tanzania. Recordemos que, aunque se critica que la eficacia es limitada, un 30% de personas protegidas supondría un millón de vidas salvadas. Actualmente Manuel Elkin Patarroyo continúa laborando en la [Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, http://www.fidic.org.co] donde dirige diferentes proyectos de investigación como el del cáncer de cuello uterino, enfermedad que anualmente causa la muerte a 2500 mujeres en Colombia. La formación de científicos colombianos de muy alto nivel es otro de los aportes de Patarroyo y de la FIDIC.
Patarroyo augura una nueva vacuna sintética para finales esta década, con una eficacia cercana al 99% y con al menos 3 años de efecto.
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